REFLEXIÓN ABIERTA SOBRE A LA VIOLENCIA EN EL FUTBOL BASE.
1ª PARTE:
Algunos padres que tenemos a nuestros hijos jugando al
futbol estamos muy cansados de observar, sábado tras sábado, comportamientos
antideportivos (antisociales), que en algunos casos rozan la falta o el delito
dentro de los campos de fútbol de nuestra Comunidad, muchas veces consentidos
por los árbitros y demás responsables.
Estamos jugando con la educación de nuestros hijos y el
futuro de una sociedad a la que avocamos jóvenes sin conciencia, herederos de personajes
(padres, directivos y entrenadores) frustrados, ególatras, ultracompetitivos.
Nos estamos destruyendo.
No puede ser que te levantes por la mañana el sábado con la
ilusión de ver a tu hijo jugar al fútbol y que vuelvas a medio día con tu hijo
lesionado. La actitud de algunos entrenadores y responsables de los equipos que
forman el fútbol base roza el delito. Expresiones como “derríbalo”, “entre
cuatro no podéis con él, sois como niñas”, “pasa el balón o el jugador, nunca
los dos”, “dale”, …, o simplemente la arenga exorbitada del mal llamado
“entrenador” que enciende a los chicos de 13, 14 hasta 17 años, con las
hormonas a flor de piel, provocan estupor y denotan un comportamiento
patológico, enfermizo.
Esos comportamientos y actitudes nunca se consentirían en
otros ámbitos de la sociedad como la escuela, la familia, en el tiempo libre. ¿Por qué se
consienten en el fútbol?, ¿quién es el responsable?
Creo que es un problema de todos. En primer lugar, los
padres y madres que consentimos que nuestro hijo participe en un ambiente que
no es sano para él. Pero ¿Qué tenemos que hacer los padres si un chaval de 14
años te dice que quiere jugar al fútbol, que es su pasión? Por otro lado,
pensamos en positivo, ya que, otras lacras sociales como el sedentarismo o el
ocio pasivo (consolas, móviles, etc.) amenazan y acechan hoy en día a nuestra
juventud. Los expertos nos dicen que el deporte puede alejar a nuestros hijos
de estos peligros y alguno más.
Siempre tenemos la opción de cambiar de deporte. Pero, de
verdad ¿pensamos que hay derecho a esto? ¿Podemos consentir que un determinado
número de personajes frustrados nos arrebaten la ilusión y la libertad a
nuestros hijos e hijas de elegir el fútbol como deporte?
Por otro lado están los entrenadores. Muchos de ellos se
encuentran presionados por su propio club que confunde la formación con el
rendimiento, el prestigio, o incluso el negocio. Otros simplemente imitan a los clubes profesionales. Los clubes de base que quieren
ser clubes de elite, ¡qué peligro! No solo comercializan todas y cada una de
las relaciones sino que obligan a los entrenadores a cumplir objetivos de
rendimiento, a ganar, aunque sea a costa de algunos chavales. Y si no se
consigue el objetivo se prescinde del entrenador. Caldo de cultivo sembrado
para la violencia. El círculo está cerrado y se dibuja de la siguiente manera:
- Ø Ganar para conseguir ascender;
- Ø Ascender para conseguir mejores jugadores, mayor prestigio;
- Ø Prestigiar el club para conseguir aumentar los ingresos, el negocio;
- Ø Ganar como sea para mantenerse.
Círculo cerrado. Eligen la violencia (disfrazada de
agresividad) y lanzan a chicos adolescentes (habitualmente más fuertes y
prematuramente desarrollados) a percutir contra otros chicos que todavía están
en formación, que todavía tienen una estructura ósea y articular débil.
Golpean, percuten sin piedad porque su entrenador si no, los devuelve al
banquillo. Rompen huesos, provocan fuertes hematomas, esguinces, etc., pero alguien les dice que eso es el fútbol, que
las lesiones son consecuencia del juego, que no tienen ninguna culpa, que el
fútbol es como una batalla y que ganan los más fuertes. Los chicos salen
dopados por la arenga de su entrenador, como los soldados a la batalla. Ese
alguien, a menudo es el entrenador. Una persona que debería tener una formación
docente, porque se ocupa de chicos en formación y, que al contrario transmite
sus presiones, sus ambiciones personales a los chicos.
Alguien debería hacer algo al respecto para evitarlo. Porque
no creo que la mejor solución sea prohibir la actividad. Sin embargo, los
deportes peligrosos están prohibidos por ley y, el fútbol base, en algunas
categorías, o mejor dicho, debido a la acción de algunos personajes se ha
convertido en un peligro para nuestros jóvenes.
Que decir de la Federación. Es la institución que organiza
los campeonatos, en exclusividad. Máximo responsable. ¿Qué medidas está tomando
para erradicar estos comportamientos? De momento lo único que hemos escuchado
del ente federativo es que los responsables directos son los clubes: “los directivos
de esos clubes son los que deberían erradicar estos comportamientos”. De este
modo se lavan las manos como si con ellos no fuera el problema. Por otro lado,
hemos oído que hay un Comité de competición y que se sanciona cuando se cometen
infracciones disciplinarias o comportamientos antideportivos.
La pregunta que nos hacemos algunos padres ante esta
situación es: ¿creen los responsables federativos que lo que siempre se ha
hecho es suficiente para acabar con la violencia en el fútbol base? De momento
estamos viendo que no. Es demasiado fuerte ese Círculo vicioso que incluye
violencia, negocio, prestigio y vanidad.
Pero también nuestras instituciones son responsables.
Ayuntamientos que subvencionan a estos clubes, Diputaciones y sobre todo, la
Generalitat que tiene la obligación de velar por el correcto desarrollo
deportivo, sobre todo en la base. ¿Dónde están los inspectores?, ¿alguien se
preocupa? Les queda lejano y mientras no trascienda a otros ámbitos prefieren
no intervenir. Con el fútbol hemos topado, ¿a ver quién se mete con las
pasiones que derrama? ¡Cobardía, ineptitud!
¿Dónde está el defensor del menor? ¿Qué iniciativas se han
tomado para defender los derechos de estos chicos a jugar y a no ser lesionados
o agredidos? ¿Por qué se permiten ámbitos de impunidad como el del fútbol,
dónde los intereses oscuros provocan la pasividad de árbitros, directivos,
padres y entrenadores?
Y ahora esto va a trascender también al fútbol femenino. No
se escapará, aunque de momento su proyección sea esperanzadora.
Óiganlo todos y todas: ¡no es normal! ¡ya está bien!
Erradiquemos entre todos la violencia en el fútbol base.
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