REFLEXIÓN ABIERTA S A LA VIOLENCIA EN EL FUTBOL BASE.


2ª PARTE:


Es urgente que empecemos a tomar medidas en relación a este asunto. Desde las instituciones hay que recuperar las campañas de juego limpio. Hacer cumplir la ley del deporte y no permitir que personas sin formación dirijan el deporte de nuestros hijos e hijas.
Promover encuentro de técnicos y especialistas, para debatir sobre las posibles medidas para erradicar la violencia del fútbol base. ¡Tolerancia cero!

Desde estas líneas me atrevo a proponer algunas medidas que podrían o deberían ser estudiadas e implementadas para atajar el problema.

  • 1.  Formar a los árbitros, a los entrenadores y directivos en materia de prevención y atención de la violencia en el deporte. La Federación debería liderar esta formación en colaboración con la Administración. 
  • 2.    En primer lugar, formar a los árbitros (principales agentes federativos) para que en los partidos de estas categorías (infantil, cadete y juvenil) no permitieran el juego duro o violento, ni actitudes de arenga de entrenadores y/o delegados. De nada sirve darse todos la mano si, una vez iniciado el partido el espíritu cambia. Proteger a los menores, hacer respetar el reglamento y el juego limpio. No se puede dirigir un partido de infantiles, cadetes o juveniles como se dirige un partido de adultos/aficionados. El reglamento es el mismo pero no el sujeto que participa en el juego. Una entrada fuerte en estas edades es mucho más peligrosa que en adultos dónde los jugadores ya se pueden proteger y son plenamente conscientes de los riesgos. ¡Tolerancia cero con la violencia, especialmente en estas edades! Empecemos por los árbitros que deben, por otro lado, estar más protegidos frente a algunas jaurías humanas en las que se convierten los campos de fútbol.


  • 3.    Los entrenadores deberían formarse en aspectos psico-pedagógicos, éticos. Un control sobre la formación que debería pasar por la regulación actual que considera a las enseñanzas deportivas, como parte del sistema educativo. La instauración de un código deontológico del entrenador que debería firmar todo aquel o aquella que quisiera entrenar a menores. La ampliación de las sanciones en el código disciplinario de la Federación para aquellos entrenadores que tengan comportamientos perjudiciales para los chicos. Llegando a la expulsión y a la retirada de la autorización para entrenar.
  • 4.   Lo mismo para directivos, padres y responsables de los clubes que deberían velar porque sus entrenadores fueran docentes, formadores y no meros instructores o fanáticos ultra competitivos. Formar a los responsables de los clubes para que fomenten el clima de la deportividad entre su comunidad (entrenadores, padres, jugadores). Sobre todo a los delegaos de equipo y delegados de campo que pueden resultar muy útiles a la hora de evitar cualquier actitud antideportiva o violenta.
  • 5.   Aprobar reglamentos de régimen interno en los clubes para luchar contra cualquier tipo de comportamiento antideportivo de la comunidad del club: madres y padres, jugadores, entrenadores, directivos, etc. Autorregularse dentro de cada club primero y evitar estos comportamientos o formas de entender el deporte. No aceptar ni tolerar comportamientos violentos o antideportivos de algunos padres o madres.
  • 6.    Crear un órgano federativo encargado de estudiar los casos de violencia y actuar frente a ella en coordinación con el Comité de competición. Crear un registro de quejas, reclamaciones, denuncias de malos comportamientos, dónde los clubes puedan apelar frente a agresiones como las anteriormente señaladas.  Realizar un seguimiento de estas quejas y sancionar, si fuera pertinente, a los responsables.
  • 7.  Crear alguna herramienta que valore el comportamiento deportivo de los equipos (jugadores, entrenadores, delegados, público) en los partidos. Que dichas valoraciones pudieran puntuar en la clasificación de alguna manera (en caso de empate, ganancia de puntos, etc.). Medida disuasoria que evitaría, en origen, alguna actitud violenta o antideportiva de entrenadores, jugadores y delegados que participan en el partido.
  • 8.  Enviar observadores que puedan emitir informe sobre el comportamiento deportivo.  Sancionar aquellas conductas y a sus responsables con la máxima contundencia posible para evitar que estas situaciones se reproduzcan.
  • 9.  Promover, desde la Federación y, con la ayuda de la Administración, medios de comunicación, etc., campañas para fomentar el juego limpio. Premiarlo al final de la temporada, etc.
  • 10. (…)

Tenemos la opción de quedarnos impasibles ante esta amenaza, consentir lo que está pasando actualmente o, por otro lado, podemos abandonar el fútbol, criticarlo. Pero también podemos actuar para cambiar el actual modelo: echar a los sujetos que nos perjudican, dar la opción de reeducarse a los que aún tengan remedio, promover un fútbol formación en el que se proteja a los jóvenes jugadores, a nuestros hijos e hijas que están en una fase sensible de su vida que les puede marcar.

Confieso que me gusta ganar, que mi ánimo se estimula cuando nuestro equipo gana. Creo que es natural, pero también me gusta ver a otros chicos y chicas con los que nos enfrentamos deportivamente y que son capaces de emocionarme por lo que hacen con el balón. Por qué no aplaudirlos, son chicos como nuestro hijo/a, que les gusta el mismo deporte, son nuestros vecinos, de localidades valencianas, que al igual que nuestros hijos tienen la pasión por el fútbol. Si ellos son buenos jugadores, harán mejor a mi hijo porque le obligaran a esforzarse más. Si mi hijo mejora, también hará mejores a los rivales que, por otra parte, se convertirán en compañeros de pasión, de juego. Es una forma de pensar diametralmente distinta a lo que yo llamo “ultra competición”. Una mentalidad puesta al servicio de la formación de nuestros jóvenes, no al rendimiento inmediato, sino a largo plazo. Y no solo pensando en el fútbol si no en la formación personal.

Cuanto nos gusta a los aficionados al fútbol ver como triunfan jugadores valencianos en la élite y, como nos alegramos cuando debutan en equipos de primera y segunda división. La cantera nos atrae a todos. Si pensamos en esa cantera valenciana, todos formamos un gran equipo, los rivales no son el enemigo, sino el compañero necesario para mejorar. 

Cambiemos el chip, protejamos a nuestros hijos de personajes manipuladores, desorientados socialmente que enturbian un deporte tan bonito como el fútbol. Hagamos que nuestros hijos jueguen libres, sin sentirse amenazados, disfruten del juego, de sus compañeros y rivales en el juego.

Se imaginan ustedes que a Mesi lo hubieran lesionado a los 15 años. ¿Cuánto habría perdido el fútbol? Cuánto habríamos perdido todos los aficionados de disfrutar del espectáculo que es capaz de generar este deportista que una vez fue adolescente. Y el ejemplo vale para todos los demás, excelentes jugadores que han tenido la suerte de llegar, sanos y salvos, a la elite mundial. Pero, por otro lado, me viene al pensamiento la idea de cuantos jugadores, talentos deportivos, hemos perdido por la violencia, un mal trabajo de base, una actitud ultracompetitiva que ha condicionado la etapa de formación del jugador.

La mayoría de nuestros hijos e hijas no llegarán a la elite mundial pero también tienen el derecho a jugar en un ambiente sano, dónde puedan realizarse como personas en formación, encontrar amigos y no enemigos, sentirse aceptados por una sociedad y no amenazados por el entrenador, un jugador, un directivo, padre/madre, etc., que pertenecen a un club vecino.

El día de mañana, hombres y mujeres reflejaran ese carácter y confianza en la sociedad, la noble lucha deportiva por un objetivo común y colectivo o, la desconfianza el miedo al vecino que puede en cualquier momento agredirnos.

¿El futuro está en juego?





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