Inspecciones y multas al deporte de base por no cumplir con la legislación laboral
Desde hace tiempo se viene especulando con la situación “irregular” de
los técnicos deportivos que de forma voluntaria prestan sus servicios en los
pequeños clubes deportivos y escuelas deportivas que organizan los “coles”. Se
trata de entrenadores y colaboradores del deporte formativo, personas que
dedican su tiempo a entrenar durante unas horas a la semana, que cobran
entre 100 y 300 € al mes como compensación por ese esfuerzo, son la base del
deporte en estos momentos. Hasta ahora los sustos han sido como el del cuento
del lobo y las ovejas, ¡que viene el lobo! Pero el lobo nunca ha asomado las
orejas.
La Inspección de Trabajo considera que todos estos técnicos deportivos
tienen una relación laboral con los clubes. Además
se plantea sancionar a los clubes
aplicando con retroactividad de cinco años la infracción. La Dirección
General de la Inspección de Trabajo y de la Seguridad Social, ya desde
hace unos meses, se encuentra ultimando un plan para regularizar esta situación
en el deporte. En Cataluña se han impuesto multas importantes y solo la
negociación de algunas federaciones deportivas y la propia Generalitat han
logrado pactar una corta tregua.
Si esta situación se generaliza puede provocar un auténtico “sunami”
en el ámbito del deporte aficionado (sobre todo escolar) en todo el país. Si
los clubes se ven obligados a regularizar a sus técnicos; si además, se reducen
las subvenciones tanto públicas como los patrocinios privados por causa de la
crisis; el sobrecoste será importante, se deberán aumentar los cargos a las
familias y algunos no llegaran.
Por otro lado nos encontramos con la situación del deporte profesional
que, además de consumir abundantes recursos públicos, en el caso concreto del
fútbol y el básquet, mantienen fuertes deudas con hacienda y la seguridad
social. Según informe del CSD el endeudamiento de los clubes de la Liga BBVA es
de casi 3.600 millones de euros, de los que 475,6 corresponde al dinero que
deben a Hacienda y 7,7 millones a la Seguridad Social. En el caso de la Liga Adelante,
la deuda es de 522,4 millones. De ellos, 139,2 millones se adeudaban con
Hacienda y 7,1, a la Seguridad Social (datos del ejercicio 2010/11).
Pero, es que además, poniendo en riesgo el deporte de base o
aficionado también se verá afectado el deporte profesional del futuro. ¿Cuántos
deportistas se perderán en el futuro si no se les ofrece la posibilidad de
iniciarse en el deporte debido a la falta de estructuras organizativas, clubes,
etc.?
Es necesario, con urgencia, y además sería lo justo, diseñar una hoja
de ruta entre todos los interlocutores (familia del deporte y también el
gobierno) para impulsar la regulación laboral y profesional de estos técnicos
(algo que es deseable) después de tantos años en el olvido. No obstante, no se
puede entrar como un elefante en la cacharrería cuando la responsabilidad en el
fomento del deporte ha sido compartida entre los poderes públicos y las
iniciativas civiles. Cuando, durante tantos años, la Administración ha hecho
omisión de su responsabilidad en el control laboral y económico de este sector.
Nuestra propuesta pasa por la convergencia de oportunidades que puedan
ser aprovechadas en la actual coyuntura de crisis y que supondría una auténtica
vía de regularización de esta situación. En primer lugar debemos reconocer que
estas prestaciones que realizan los técnicos deportivos, son prestaciones
económicas que realizan a cambio de unas compensaciones económicas que
mayoritariamente provienen del pago de cuotas por parte de las familias. Esta
situación debe regularizarse, tanto por bien del propio técnico como de la
sociedad en general. Debemos intentar acabar con esa economía sumergida.
Por otro lado las entidades sin ánimo de lucro desarrollan una labor
inmensa en al promoción de un bien social como es el deporte, que contribuye a
mejorar la salud y la formación integral de las personas (sobre todo los/as menores).
Para que dicha contribución sea eficaz se precisa que la cualificación de los
técnicos sea adecuada y por ello, algunas Comunidades Autónomas exigen a estas
personas estar en posesión de una titulación oficial que ofrezca garantías.
Cualificación y voluntarismo son difíciles de conjugar y los resultados los
estamos padeciendo. Por ello, se deberían exigir buenos profesionales y
cualificados.
Desde Europa se están impulsando medidas para la reactivación del
empleo juvenil. En España es especialmente grave la situación del paro juvenil
que sobrepasa el 50% de la población. Por otro lado, la media de edad de los
técnicos deportivos es bastante baja y la mayoría de estas personas son jóvenes
que están sufriendo, directamente en sus propias carnes, esta situación general.
Nuestra propuesta pasaría por estudiar la posibilidad de asumir los
costes laborales por parte de la Administración durante el periodo que se
establezca y que permita el plan de promoción de empleo juvenil. En unos años y
de forma progresiva podrían ir asumiendo estos costes laborales los clubes. De
esta manera se conseguiría incentivar el deporte (sobre todo de base) y regularizar
una situación que desprotege tanto al propio técnico deportivo como a los
usuarios, deportistas. Además con la cualificación se incentivaría la formación
oficial.
Hacer emerger a la superficie la masa de entrenadores, monitores,… que
en estos momentos prestan sus servicios deportivos en estas organizaciones
voluntarias (clubes, escuelas…) supondría un buen empujón al empleo juvenil y
además una reducción en las cifras del paro. Además, esta regularización
debería acompañarse de una regulación de
las profesiones del deporte, ya que, no solo nos debemos preocupar por la
situación laboral de estos técnicos deportivos,
de su futuro, su cotización a la seguridad social y su contribución mediante
los impuestos correspondientes al presupuesto general de nuestra hacienda. Debe
preocuparse también la Administración de proteger al deportista (usuario o
consumidor del deporte), para que sea atendido por un profesional cualificado
que evite riesgos innecesarios que pueden producirse por una mala o negligente
aplicación de la sistemática del ejercicio o entrenamiento. Todo ello sin
hablar de los beneficios y ahorros que para nuestra sanidad se pueden producir.
Batallas como la lucha contra la obesidad o el sobrepeso, las enfermedades
cardiorrespiratorios, y demás patologías que se producen por la ausencia o mal
uso del deporte y la actividad física.
Esperemos que algún responsable de gobernar lo vea.
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